Era el final del verano de 2005 y junto a un amigo intenté construir una máquina del tiempo para volver al principio del verano y librarnos del siguiente curso.

Spoiler: por desgracia fracasó.

Pero creo que siempre en mi mente estuvo muy presente esa idea de parar el tiempo. Esa idea que años más adelante hizo que me acabara enamorando perdidamente de la fotografía.

Creo que no hay nada más romántico que la sensación de congelar fracciones de segundo y volver esos pequeños instantes infinitos. Quien le iba a decir a ese niño que no iba a conseguir inventar una maquina del tiempo pero si aprender a usarla.

A día de hoy mi pasión no ha parado (más bien lo contrario) no os sabría explicar muy bien con palabras lo que siento al retratar esa conexión humana que tenéis, todas esas emociones que vivimos en las bodas, todos esos momentos únicos.

Quizás por eso en vez de usar las palabras lo explico con imagenes.

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